Texto histórico sobre la pintura al aceite de linaza: su relevancia actual

De vez en cuando, nos encontramos con textos históricos tan acertados que bien podrían haber sido escritos la semana pasada. El libro «The American Builder’s General Price Book And Estimater» de James Gallier, publicado en Boston, Massachusetts, en 1836, es un ejemplo de ello.
https://archive.org/details/americanbuilder00gallg…
Shawn Beckwith de Connecticut Landmarks me llamó la atención sobre esta joya.
La introducción dice:
En la mayoría de los casos, dos capas de pintura se consideran suficientes para cualquier propósito, cuando incluso éstas están compuestas de aceite hervido, plomo nuevo y otros colores aplicados sin ningún cuerpo sobre la obra: esto produce un brillo por un corto tiempo; pero como el aceite pronto es absorbido por la madera o el yeso, o evaporado por la acción de la atmósfera, la superficie de la madera queda al descubierto y cada imperfección del trabajo de los carpinteros o yeseros queda expuesta a la vista; lo que hace necesario pintar la casa cada año, o dos años como máximo, para mantenerla en una condición respetable. Por lo tanto, si una casa nueva ha estado en pie durante un año o dos para dar tiempo a que las paredes se sequen y las carpinterías, pisos y tabiques se hayan encogido y asentado adecuadamente, una buena pintura, con cuatro capas de pintura de cuerpo, compuesta de los mejores materiales y ejecutada correctamente, durará varios años limpiando de vez en cuando la superficie de la pintura, y siempre se verá incomparablemente mejor que cuando se hizo de la manera anterior, incluso pintando todos los años.
Aparte de la pintura con plomo, nada más ha cambiado. Y parece que…
El costo del aceite de linaza ciertamente no ha seguido el ritmo de la inflación, ya que un galón de aceite crudo se vendía a $1, y el aceite hervido a $1 12¢ (p. 121).



Sin embargo, recortar gastos es una práctica común, y como señala Gallier, hacerlo solo aumentará el mantenimiento y los costes adicionales a largo plazo. No es que necesitáramos que un arquitecto del siglo XIX nos lo señalara, porque ya lo sabemos, ¿no?