Aplicaciones históricas de la pintura de aceite de linaza en edificios

Durante siglos, si no milenios, las versiones de pintura de linaza han sido esenciales para diversas aplicaciones. Tradicionalmente, las capas de cal y los temples (de caseína) adornaban estructuras de piedra o muros sólidos, mientras que la pintura de linaza se usaba en superficies de madera y metal. Estas pinturas de eficacia comprobada contribuyeron significativamente a la longevidad de los edificios, protegiéndolos del desgaste durante largos periodos.

Sin embargo, con la llegada de las pinturas plásticas modernas que forman una película, se produjo un cambio drástico. De repente, las estructuras históricas comenzaron a deteriorarse rápidamente. La piedra y el yeso se desmoronaron, la madera se descompuso y el metal se oxidó a un ritmo alarmante.

Un ejemplo ilustrativo del uso histórico de la pintura de linaza se encuentra en las representaciones de su aplicación en revestimientos o clapetas que aparecen en diversas fuentes. Una de estas representaciones se encuentra en la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert de 1783.

Mientras que otro ejemplo más reciente data de alrededor de 1939. Cabe destacar que las pinturas petroquímicas modernas, disponibles comercialmente desde hace aproximadamente medio siglo, se han asociado con daños significativos. En cambio, la pintura de linaza, con su uso secular, desempeñó un papel crucial en el mantenimiento de la humedad de la madera, previniendo así eficazmente la putrefacción. En resumen, si bien han surgido nuevas tecnologías de pintura, la importancia histórica y las cualidades protectoras de la pintura de linaza siguen siendo incomparables, lo que subraya su valor perdurable en los esfuerzos de preservación.
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